jueves, 3 de marzo de 2016

Una rata en el salón de clases



La vi pasar frente a la puerta. Era una silueta extraña y rápida. No alcanzaba a distinguir de qué se trataba. Esto sucedía en la antigua escuela de Química de la UNAM a la que asistí a dar  un curso. Los asistentes eran en su mayoría científicos, estudiantes y personal de oficinas de prensa. La sede de la  facultad es un edificio en medio de Azcapotzalco que en el pasado fue un hospital. Es un oasis de silencio y tranquilidad en medio de una zona urbana desastrosa y sucia.

El caso es que cuando vi pasar la silueta por segunda vez, imaginé que se trataría de un gatito. De hecho, pensé para mis adentros, ha de estar padre conocer la comunidad gatuna de este edificio. La charla llegó a su fin y cuando me encontraba platicando con algunos de los asistentes en el salón y antes de despedirnos, el animalito finalmente perdió la timidez y se animó a entrar a clase. Era una tremenda rata que irrumpió dando saltos largos y silenciosos sobre la alfombra. De momento, nadie gritó, nadie se espantó mucho, pero la imagen era muy fuerte porque el animalajo era verdaderamente grande y no parecía inmutarse de nuestra presencia. Nos volteamos a ver entre nosotros y alguien, todavía ingenuo (ay cosita, dirían las tías), preguntó: ¿Es una rata de laboratorio? ¡Qué va! De cloaca gris y rabiosa. Cuando me fui, había una congregación afuera del salón. Los científicos análizaban qué hacer con el rodedor atrincherado en el rincón del salón. Confío en que la ciencia encontró una solución.


martes, 23 de febrero de 2016

Girona con Raquel

Una escapada de un día a Girona. Los niños con sus abuelos. Raquel y yo redescubriendo nuestro mundo de pareja en medio de murallas monumentales y catedrales románicas. Para la noche buscaremos un poco de vino y disfrutar el clima. Sin nada que pedir. Todo está dado estos días. 

sábado, 19 de septiembre de 2015

30 años

Anoche me quedé leyendo el especial de Proceso sobre el Sismo del 85. Me detuve en la historia de una mujer cuyo edificio había colapsado en las calles de San Luis Potosí y Córdoba. El reportero narraba como había perdido a sus tres hijos, y la manera en que después de tratar de suicidarse cortándose las venas padecía alucinaciones llamando desesperada a sus vástagos. Es una de las miles de historias tristísimas que comenzaron ese 19 de septiembre hace tres décadas, y que quienes ya vivíamos en la Ciudad de México conocimos de una u otra manera. Es terrible leer los reportajes que publicó entonces Proceso y constatar que seguimos gobernados por la misma miseria humana incapaz de asumir el liderazgo en una situación de emergencia de esa naturaleza y de identificarse en el dolor ajeno. Entre las historias rescatadas en la publicación, se cuenta como entre los escombros del edificio de la policía judicial del DF apareció un abogado penalista encajuelado que había desaparecido una semana antes, y  decenas de presos que eran torturados en el gimnasio de la misma dependencia. Pienso en los 30 años que nos separan de aquella tragedia y en los que, supuestamente, hemos avanzado como sociedad y me parece que seguimos bajo el mismo régimen, subyugados por la corrupción, la incompetencia, la insensibilidad y la completa indiferencia. Hace 30 años, se decía que otro sismo de las mismas magnitudes o más podría ocurrir en 30 años. Cualquier geólogo nos dirá que esa afirmación es tan válida como imprecisa y que lo mismo puede comenzar un terremoto ahora mismo que en 15 o 30 años, lo que si es inadmisible es que la otra catástrofe, la del gobierno de ineptos y rateros siga ahí, no como una amenaza, sino como una realidad que nos oprime todos los días, inventando pruebas y criminales, ocultando su proceder y en definitiva actuando impunemente en todos los niveles. Qué habrá sido de aquella pobre mujer lamentándose por sus hijos, con la misma impotencia y dolor con el que lo hacen hoy los padres de Ayotzinapa, me rondaba el pensamiento anoche. ¿Cuán indefensos y vulnerables permanecemos ahora? ¿Por qué nuestra memoria es tan corta, incluso, con aquellos acontecimientos tan dolorosos?  A 30 años de distancia, seguimos arrodillados pidiendo que deje de temblar, sin asumirnos como el verdadero factor de cambio.

domingo, 23 de agosto de 2015

Noches extremas

 Pasé una noche intensa. Llena de imágenes que parecían provenientes del más oscuro y perverso inframundo. Estaba en una isla desierta con otras personas que apenas había conocido hace poco tiempo. Para entrar a una caverna que estaba al fondo era necesario cruzar caminando con el agua del mar hasta el pecho y las olas reventando entre las paredes de roca, creando un estruendo que doblaría al más curtido de los exploradores. Una vez dentro, éramos recibidos por miles de murciélagos que volaban por todos lados, creando una nube oscura y amenazante sobre nuestras cabezas. Más adelante, para adentrarse en una grieta que claramente daba continuidad a este imperio de lo oscuro, había que cruzar un pasillo muy estrecho, de escasos 20 centímetros, que tenía la particularidad de que ambas paredes estaban tapizadas de cientos de miles de cucarachas cafés y blancas que, nerviosas ante nuestra presencia, nos señalaban con sus largas antenas y sus cabezas de movimientos mecánicos. Por si no bastara, el suelo era un caldo de cultivo de escarabajos  e incuantificables gusanos blancos que hacían que esa mezcla apestosa de arena y huano cobrara una vida latente y movible con la que se humedecían mis pies protegidos tan solo por unas sandalias abiertas. Varias horas en este universo aislado del mundo humano, no podrían soportarse sin, al menos, un pesatañeo. Sin importar los filos de la roca, el desnivel del suelo y la humedad de la piedra, finalmente terminaba tendido sobre ella, dejándome llevar por el sonido de las olas y la luz lunar. Mi descanso sobre la plancha de tortura era bruscamente interrumpido por la advertencia de uno de mis compañeros: ¡Iván, una serpiente! ¡No bromeaba! Una boa café como de un metro de largo y de extraño diseño geométricos sobre la piel merodeaba cerca de mis pies. Nada fue un sueño. Todo lo viví en la isla Panchito, en Jalisco. Sabiéndola provocar, la realidad es mucho más interesante y despiadadamente "real maravillosa" que aquello que pueda gestar nuestra más inconsciente imaginación.

sábado, 22 de agosto de 2015

Mamá: Hace un año que nos despedimos.

Mamá: Hoy hace un año que nos despedimos. No ha sido un tiempo que se me haya pasado rápido. Me pregunto por dónde empezaría a contarte lo que he vivido todos estos días. Te imagino escuchando entusiasmada mis historias y diciéndome: "¡ay, qué padre!", y me bombardearías con mil preguntas. Te contaría que he viajado un montón, que Gonzalo se enamoró de los perezosos en Costa Rica, que Matías adora las guitarras sobre todas las cosas, que Natalia viajó por Chicago e Indiana con tu hermana y se hizo complice de su tía abuela, que el gordo se sintió Indiana Jones en el Amazonas, que Iliana es una campeona de la recuperación (¡ya lo sabías!) y que hasta un dedo biónico tendrá... Te contaría que he visto desde el desierto el cielo más profundo y misterioso de toda mi vida y que comí cagado de miedo junto a una mesa llena de narcos armados hasta los dientes. Que llevo diez días correteando cuevas de murciélagos por todo el país para contar su historia. Que hago lo que quiero, que vivo libre y feliz con mi mujer y mis hijos y que, a pesar del gobierno de rateros y de la poca conciencia de cambio que existe, sigo apostando por salir adelante como país, que lo lograremos tarde o temprano, como sociedad... (Para este punto, muy probablemente ya empezaríamos a hablar de política y a diferir en varios puntos).   ¿Sabes, mother? Me llegas a la cabeza en mil momentos. Te sueño un montón, me acuerdo de ti por la calle cuando veo algo que sé que te hubiera entusiasmado, cuando voy a algún lugar de los que te gustaban, cuando me encuentro con las flores y los jardines que te inspiraron tanto.Con Raquel, no nos falla pensar, a veces simultáneamente, lo que hubieras dicho o pensado de tal o cuál cosa. Dejaste un montón de alegría regada por aquí y es muy divertido ir recogiéndola con la mirada y con la memoria. En ocasiones me gana el niño interior y me pongo muy triste, no te voy a mentir. Pero, luego,  como a todo niño, le doy una dosis de recuerdos y de buenos momentos y termino por sentirme cerca de ti y de tu abrazo. Un año, mamá, y todo lo que tengo por contarte. Anda, visítame en sueños con tiempito para que nos echemos un tequila y nos pongamos al día.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Juxtlahuaca


Rodrigo Medellín es conocido como El Batman de México. He seguido su trabajo de conservación desde el 2010, pero sólo hasta ahora he viajado a "campo" para verlo en su heórica labor. Rodrigo tiene una personalidad magnética. Para él, en todo hay una historia de trasfondo, un comentario, una broma, una observación inteligente. Se habla de usted con sus alumnos pero en un tono coloquial y cómplice donde se permite decir: "oiga, no chingue". Durante la sesión de trabajo de ayer, se capturaron seis de las ocho especies que viven en esta cueva. Es un deleite ver a los biólogos en su labor de estudio de estos seres fascinantes, pero resulta más motivante saber que el trabajo científco que llevan a cabo ha tenido un verdadero impacto en la salud de algunas especies y, por lo tanto, en los ecosistemas en general. Y cuando digo impacto, me refiero a acciones que hoy trascienden mundialmente. Las buenas noticias en conservación son una excepción, pero él y su equipo,  han conseguido sacar de la lista de amenaza a una especie fundamental para nuestro país, lo que tiene muchas implicaciones ambientales, sociales y económicas. En esta foto, esta Rodrigo durante la larga sesión fotográfica que tuvimos en la entrada de la cueva. Hoy ingresaremos a conocer el Salón del infierno y el Salón de las rosas de cristal. ¿Pinta bien el día, no?

martes, 18 de agosto de 2015

Rumbo a la Baticueva

Hoy iniciamos la etapa dos de la investigación en curso. Viajamos hacia Colotitla, Guerrero, en busca de lo que debe ser la auténtica Baticueva, habitada por ocho especies de murciélagos. Durante el trayecto de cuatro horas he bombardeado de preguntas a Rodrigo Medellín quien lidera el Programa de Conservación de Murciélagos de México y, a través del cual, se hab fincado las iniciativas más importantes de protección a estos mamíferos. Además, me ha dado al menos un par de primicias, oro molido para el reportaje que preparo, pero esas las contaré en las páginas de Nat Geo. Por lo pronto, acabamos de hacer una parada estratégica para conseguir mezcal, uno de los productos que existen gracias a estos seres nocturnos.